Los días van pasando, van pasando lo días y tu con ellos, pasan y te vas haciendo más y más viejo. Entonces llega uno de estos días, uno en el que echas la vista atrás y entre sorprendido, preocupado y esbozando una sonrisa, te das cuenta del abismal cambio que se ha ido gestando a los largo de tu vida, hasta el punto de no encontrar casi similitudes entre el antes y el después. Es normal, ya no eres un crio, eres un viejo, y sabe más el diablo por viejo que por diablo, o eso dicen.
Sepultado bajo esa montonera de responsabilidades que has ido añadiendo una tras otra, de las responsabilidades que te hacen sentir orgulloso, que te identifican y que al fin y al cabo, tejen tu vida. Entonces, llega otro de esos días, otro en el que te debes un homenaje, por que si, por que te lo mereces. Un homenaje que te permitirá seguir adelante mañana, pero sin el cual no podrías haber seguido hoy.
Sepultado bajo esa montonera de responsabilidades que has ido añadiendo una tras otra, de las responsabilidades que te hacen sentir orgulloso, que te identifican y que al fin y al cabo, tejen tu vida. Entonces, llega otro de esos días, otro en el que te debes un homenaje, por que si, por que te lo mereces. Un homenaje que te permitirá seguir adelante mañana, pero sin el cual no podrías haber seguido hoy.
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