Cuántas veces, a lo largo de este año, se me ha pasado por la cabeza cerrar este blog. Cuántas veces lo he olvidado y cuántas veces me he acordado de él a destiempo. Aun siendo incontables las veces que ha recorrido mi cuerpo, esa sensación. Esa que solo se tiene después de escribir. Ese cosquilleo de pies a cabeza, de tripas a corazón. Por su culpa. Cuántas veces pensé, que por qué aun no lo había cerrado. Y sin embargo, creo que sin él, me habría vuelto loco. O quizás, debería decir, menos loco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.