Jueves 8:30 a.m. Me levanto. Una mañana como otra cualquiera, de julio, en Murcia. Calurosa. Café para engrasar la maquinaria. Camisa, pantalones, cinturón, zapatillas. Empieza un día de trabajo. Visita a un cliente. Vuelta al curro. Bermudas, camiseta de tirantes, chanclas, gafas de sol. Salgo un poco antes. Compras. Murcia. Me derrito, pero no.
Ya estaba terminando, casi de vuelta a casa. Escasos 100 metros. Una mano me saluda desde el otro lado del infierno, digo de la plaza, a pleno sol. Un viejo amigo, que estudia fuera, como yo. Saludo, lo normal. Más extraño, conversación. Más aun, admiración.
Que grata sorpresa encontrar gente de la edad que emprende, pero no solo eso, sino que además son viejos amigos. Y descubrir acto seguido, que además, emprende bien. Con calidad, con buen gusto.
Finalizando, un día cualquiera, que se ha tornado en un buen día. Aunque pueda pareceros una tontería, pero os lo digo enserio, para mi no hay mayor alegría que encontrar gente de mi edad que pasa de quejarse y decide ensuciarse las manos. Os dejo su video promocional. Juzgarlo vosotros mismos.